¡FELIZ 1668!

Carta de San Agustín

La medida del amor es amar sin medida.

Un año más, estáis celebrando la semana agustiniana y por eso, una vez más, me dirijo a vosotros con unas palabras y a algunos de vosotros, os visitaré dentro de un ratito […].

Fui un chaval feliz, con amigos (siempre con amigos) era un joven muy inquieto y me explico: no paraba un momento, estudié en Tagaste y Madaura (en el Norte de África), estuve en Cartago, en -roma, en Milán,… fui pagano, es decir, no creía en Dios (como mi padre Patricio), luego me lié con unos amigos y me hice miembro de una secta llamada de los maniqueos. Después caí en el escepticismo (me volvía agnóstico, para aclararnos) hasta que por fin conocía a Cristo y reposé mi corazón en él, hasta el punto que me bauticé cristiano.

[…] Tuve un hijo al que llamamos Adeodato.  […]

Pero… un día pasó: entre el ruido y mis planes de futuro oí algo, no sé si fue una llamada o simplemente el hecho de pararme a pensar sobre mi vida, sobre lo que hacía.

Y bueno, llegó mi “conversión“, descubrí otro camino, otra alternativa de vida que llevaba hasta entonces. Aposté por ese camino, después de mucho pensar y os aseguro que me dio la felicidad.

[…] En fin, que hoy quiero celebrar mi con vosotros mi cumpleaños, por eso os he contado un poquito de mi vida para que me conozcáis mejor y no os olvidéis de que soy vuestro amigo y quiero que seáis santos como yo.

Portaos bien con vuestros padres, con vuestros compañeros y profesores, que os hablarán mucho de mí […].

Os deseo lo mejor y que Dios os bendiga,, en el nombre del Padre, del hijo, y del Espíritu Santo, Amén.

Hasta el año que viene, 

Vuestro amigo, SAN AGUSTÍN.