DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO: Abierto para todos

«Jesús desde luego que no se dedica a hacer de adivino, de tertuliano sabelotodo, ni de sacacuartos con bola de cristal, pues tampoco él puede responder ya que no está en sus manos, pues es responsabilidad nuestra y dependerá de nuestro compromiso e interés. Jesús señala cuál es el camino: pasar por la puerta estrecha y esto, por lo que ha dicho a continuación no parece una tarea fácil, ni que esté asegurada por haber comido y bebido con él».

Entre las miles de curiosidades que encierra la ciudad de Roma está Il buco della serratura situado en el Aventino, muy cerca de la iglesia de Santa Sabina. El agujero de la cerradura del jardín de la Villa del Priorato dei Cavalieri di Malta, permite contemplar perfectamente enmarcada la cúpula de la Basílica de San Pedro. Como siempre aquello que deslumbra, que es capaz de encandilarnos no está al simple alcance de la mano, requiere esfuerzo para conseguirlo y disfrutarlo.

La pregunta con la que se abre el evangelio de hoy también podríamos entenderla en este contexto: ¿serán pocos los que se salven? Jesús desde luego que no se dedica a hacer de adivino, de tertuliano sabelotodo, ni de sacacuartos con bola de cristal, pues tampoco él puede responder ya que no está en sus manos, pues es responsabilidad nuestra y dependerá de nuestro compromiso e interés. Jesús señala cuál es el camino: pasar por la puerta estrecha y esto, por lo que ha dicho a continuación no parece una tarea fácil, ni que esté asegurada por haber comido y bebido con él.

A partir de estos elementos creo que podemos sacar algunas conclusiones para nuestra vida. Lo primero que hay que decir es que es cierto que Jesús abrió la puerta de la salvación para todos nosotros pero eso no nos exime de nuestro compromiso cristiano. La puerta estrecha se abre con el picaporte del amor y la entrega incondicional, de la lucha desinteresada por la justicia y el bienestar de todos; de la fe vivida con un corazón abierto a Dios y a los demás. No son picaportes válidos los dorados de los que comulgan diariamente preocupados por su salvación individual, hemos comido y bebido contigo…[y no nos conoces], ni de los que hacen cola en el confesionario más preocupados por descargar su saco de faltas que por emprender con fuerza un verdadero camino de conversión que abra su conciencia al horizonte del amor, donde verdaderamente está Dios y no en el del cumplimiento, la amenaza y el infantilismo. Tampoco lo son, los picaportes de quienes viven su vida cristiana desde el burladero del cumplimiento, sin que les importe lo que pasa más allá de su nariz.

Por otra parte, el hecho de hablar de puerta estrecha puede llevarnos a pensar, quizá, en que lo que se quiere es adocenarnos, modelarnos de una determinada manera para que podamos atravesar el ansiado dintel. Hay que decir que no, que Jesús lo único que quiso uniformar era una forma de comportamiento que estuviese regida en todo momento por el amor al prójimo, como único camino para amar a Dios. Ese es el verdadero perfume, la esencia que cada cual guardamos en el corazón y hemos de repartir. Por tanto si se intentan poner otros acentos diferentes a este nos estaremos apartando claramente del que puso Jesús. Él no habla de números, tiempos y medidas exactas. Además esa entrada es universal, todos son admitidos, vengan de donde vengan. Todos los justos de la tierra que han luchado, amado y se han esforzado por su fe con sinceridad de corazón. El cristianismo se abre a todas las razas, a todas las culturas, a todas las expresiones sociales y personales sin ninguna restricción, vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur.

La salvación no es solamente para unos pocos. Jesús nos dice: no os preocupéis por el número, ni por las apariencias, preocupaos por el amor justo. Para vosotros, la puerta es estrecha, tenéis que esforzaros y cambiar. ¿Estamos dispuestos a descubrir nuevos paisajes o preferimos caminar sobre la monotonía del asfalto?

¿Y TÚ QUE OPINAS?

agustinos