FRAY MARIANO GAZPIO: El “Santo de la Misión”

Los últimos años de la estancia de Mariano Gazpio en Kweiteh -Shangqiu-, Henan, China, coincidieron con el mandato del prior provincial Santos Bermejo, del 1946 al 1952, el periodo más candente y fructífero de la gesta misional de los Agustinos Recoletos en este país asiático.

El testimonio de Santos Bermejo es especialmente importante porque, además de expresar sus sentimientos, se hace frecuentemente portavoz del sentir de los religiosos de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos respecto a la misión de Kweiteh.

UN PRIOR PROVINCIAL AMANTE DE LA MISIÓN
Santos Bermejo conocía a Mariano Gazpio desde la adolescencia. Habían convivido juntos como estudiantes en el colegio apostólico de San Millán de la Cogolla (La Rioja, España) durante los años 1912-1914.

El tiempo de mandato de Bermejo como prior provincial coincidió con el período más peligroso para los misioneros. En 1946, poco después de acabar la segunda guerra mundial, estalló en China la revolución comunista y se reanudó la guerra civil (1946-1949) entre los nacionalistas de Chiang-kai-Shec y los comunistas de Mao Tse Tung. Éstos últimos vencieron y el 1 de octubre de 1949 Mao proclamó la fundación de la República Popular China, estableció el régimen comunista y emprendió la persecución contra la Iglesia Católica y sus misioneros.

En noviembre de 1948 el ejercito comunista ocupó el territorio misional de Kweiteh. En diciembre de 1950 puso el cuartel general en la casa central de la misión, obligando a los misioneros a cederles todas sus propiedades. Los comunistas les hicieron la vida imposible y les forzaron a salir de China en 1952.

Esta situación le impulsó a Bermejo a dirigir dos circulares a los religiosos de la Provincia. En la del 20 de octubre de 1946 ordenaba que cada día

“en todas nuestras casas y ministerios se rece después del Rosario un padrenuestro y avemaría a san Nicolás de Tolentino por nuestros misioneros”;

y en la del 25 de marzo de 1947 mandaba

“que cada año, en todas nuestras casas y ministerios, se celebre en el Día Misional una Misa solemne, ofreciéndola por nuestras misiones, por nuestros misioneros y por el aumento de vocaciones, y que en dicha misa se tenga un sermón misional”.

Santos Bermejo amó profundamente la misión de Kweiteh y a sus misioneros, y quiso estar bien informado sobre el estado de la misión y los misioneros.

BERMEJO VIAJA A SHANGHAI INTERESADO POR LA MISIÓN
Se conservan 11 cartas de Bermejo a Gazpio, justamente la mitad que de este a aquel. Todas ellas datan de los años 1947 a 1952.

En la correspondencia epistolar Bermejo le manifiesta gran estima y afecto. Le trata con un respeto y cariño especial, comienza y finaliza las cartas con expresiones de gran afecto y admiración. Sentía también gran admiración y afecto por los demás misioneros de China, y mandaba frecuentemente saludos para “todos y cada uno de esos queridísimos y heroicos misioneros, a quienes siempre tenemos presentes en la oración”.

Este amor a la misión y a los misioneros explica que, a pesar de la guerra, les hiciera la visita canónica en 1948. Al no poder acercarse hasta Kweiteh, pidió a fray Mariano Gazpio, como superior religioso, y a otros dos representantes de los misioneros  Luis Arribas y Francisco Lizarraga– que fueran a la casa procuración de Shanghai para poder hacerles la visita entre los días 8 y 18 de marzo.

SERENIDAD Y VALENTÍA VERSUS TEMORES
Bermejo vivía preocupado por las noticias que le llegaban de China y los peligros que entrañaba allí la vida misionera. El 14 julio 1948 escribe a Gazpio:

“No deja de preocuparnos el sesgo que van tomando los acontecimientos en China. Por eso he encargado al padre vicario que saque de la misión a los coristas, y vuestra reverencia sabe que queda autorizado también para trasladarlos a Shanghai como primera provisión. No lo dejen para última hora, no sea que después sea tarde”.

Con el empeoramiento de la situación, la preocupación fue creciendo no solo en el prior provincial, sino en toda la Provincia. Bermejo confiesa que viven acongojados y que las “preciadísimas cartas” de Gazpio les sirven de gran consuelo porque les aseguran que todavía siguen vivos.

El 5 de noviembre de 1949 Bermejo le escribe a Mariano Gazpio:

“Bendito sea el Señor que, en medio de nuestras congojas e incertidumbres por la situación en que se encuentran nuestros hermanos en esa misión, ha querido consolarnos ahora con la llegada de sus preciadísimas cartas […], por las que vemos que hasta  hora todos siguen bien, y todos se sienten animados para soportar por el Señor las penalidades que consigo lleva necesariamente una situación tan anormal. No puedo menos de agradecer al Señor profundamente que les haya conservado a todos incólumes”.

El prior provincial Santos Bermejo, que vivía en vilo pidiendo o esperando noticias, vibraba de alegría y emoción al recibir los informes y las cartas de Gazpio, que le tranquilizaban, le consolaban y le animaban a seguir orando con fervor. El mismo efecto, según afirma él, debieron de producir en los lectores del Boletín Provincial y de la revista Todos Misioneros.

La entereza y serenidad que manifiesta Mariano Gazpio ante tan graves peligros y dificultades se fundamenta en su profunda fe en la Providencia divina, que se acrecentaba en el hogar de la oración personal que practicaba y en el apoyo de la oración que pedía frecuentemente como la ayuda más importante para la vida de la misión:

El 23 de julio de 1949 escribía Gazpio al prior provincial:

“Esté tranquilo al saber que por la misericordia de Dios nuestro Señor estamos todos bien y contentos en estas tierras. Las oraciones de las almas buenas, sencillas y humildes mueven a Dios para concedernos tranquilidad en la prueba, serenidad en los peligros, alegría en la intimidad y paz interna en todo tiempo”. “Siempre que le escribo, le dice a Santos Bermejo, le recomiendo que rueguen mucho por esta misión; sobre todo, las almas sencillas y humildes nos consiguen gracias especialísimas del Corazón de Jesús. Al presente hemos palpado la misericordia de Dios de una manera singular”.

El 12 abril 1951, ante los primeros encarcelamientos de recoletos, le tranquilizaba, poniendo toda la confianza en Dios:

“No pase mucha pena por nosotros, aunque lea estas y otras cosillas parecidas. Dios nuestro Señor sabe lo que se hace y siempre se conduce como amoroso y solícito Padre. […] La bondad de Dios es infinita y nos trata como amoroso Padre, y en medio de las pruebas que soportamos por su amor nos da también consuelos y satisfacciones santas”.

Bermejo pasó meses de angustia esperando que a los misioneros se les permitiera salir pacíficamente de China. El 10 noviembre de 1951, con motivo de la incertidumbre acerca de la fecha de la salida definitiva de China, Gazpio volvía a tranquilizar a Bermejo y ponía su confianza en la Providencia divina:

“Si es la voluntad de Dios nuestro Señor que salgamos pronto de aquí, le escribiré la siguiente desde Hongkong; pero si dentro de cuarenta días aún continuamos por aquí volveré a escribirle, para que sepa cómo seguimos y esté tranquilo viendo que la Providencia nos defiende, nos ayuda y nos da lo que necesitamos en estos tiempos. Muy agradecidos debemos estar a la bondad de Dios nuestro Señor que todo lo dispone con suma suavidad, según nuestras fuerzas, y saca de todo lo que sucede por aquí gloria, santidad y gozo para sus siervos y elegidos”.

¿Y TÚ QUE OPINAS?

agustinos