Fabián Martín Gómez, mexicano, miembro de una familia numerosa, creyente y practicante, inició el proceso formativo como agustino recoleto en el colegio San Pío X de Querétaro a los 16 años; el postulantado lo realizó en el colegio San Agustín de Ciudad de México. Se trasladó a España para realizar el noviciado en Monteagudo (Navarra), donde emitió su primera profesión religiosa, y prosiguió el proceso formativo durante un año en Marcilla (Navarra) y tres cursos más en Las Rozas (Madrid). La profesión solemne la hizo en el 2007 en Madrid y en el 2008 recibió la ordenación sacerdotal en su pueblo natal, Capilla de Guadalupe, Jalisco, México.
Los estudios previos a su ordenación sacerdotal los realizó en Querétaro, en Ciudad de México y en España. Después de su ordenación sacerdotal continuó por tres años en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma hasta la licenciatura en formación.
En el 2011, residiendo en Las Rozas, Madrid, comenzó su trabajo en el campo de las vocaciones, trabajo que abandonó al ser nombrado maestro de novicios. A los dos años volvió al mundo de las vocaciones, si bien en su propio país, México. En el 2022 fue nombrado presidente del Secretariado general de vocaciones, cargo que, entre otras encomiendas, tiene asumido y desempeña desde Roma.
Fabián, las circunstancias te han envuelto para dedicarte a promover la cultura y la pastoral vocacional.
Ciertamente. Comencé a realizar un servicio en la animación de las vocaciones y la difusión de la cultura vocacional en España en el 2011. Por cuatro años formé parte del Equipo de pastoral vocacional de la Diócesis de Madrid, a la vez que visitaba las comunidades agustino-recoletas en este país para comentar aspectos relacionados con la cultura vocacional. Por el lapso de dos años me dediqué completamente a la formación y, a continuación, asumí de nuevo el servicio de la animación de las vocaciones en México por cinco años.
En este país se me abrieron muchísimas puertas para difundir la cultura vocacional. Pertenecí a varios equipos vocacionales diocesanos y a la estructura nacional de la pastoral vocacional. En las comunidades agustinas recoletas tuve la oportunidad de acompañar el trabajo de los laicos a través de los equipos vocacionales locales. A menudo se convocaban convivencias vocacionales para el discernimiento. Dediqué muchas horas a acompañar a jóvenes inquietos. Fue muy satisfactorio contar con el apoyo de la inmensa mayoría de los religiosos, aunque a veces su colaboración directa en las tareas no fuera tan decidida.
¿Cómo te has sentido en este trabajo?
A lo largo de todo este tiempo en que he sido animador de las vocaciones, encontré ciertamente dificultades y experimenté más de alguna frustración. Sin embargo, me he sentido muy “bendecido” realizando este servicio. De hecho, más de alguna vez he pensado que recibí el ministerio de la pastoral de las vocaciones como un regalo, que ha supuesto, bendito sea Dios, mucho trabajo.
¿Crees que en la Orden de Agustinos Recoletos se comprende, según el sentir de la Iglesia, la cultura vocacional o es necesario aún dedicar tiempo y trabajo a comprender esta expresión y su contenido?
Me gustaría poder decir que en la Orden de los Agustinos Recoletos se ha comprendido ya lo que es la cultura vocacional, pero temo que no sea así. Ciertamente se han ido dando pasos en la dirección de la cultura vocacional, pero aún queda mucho camino que recorrer. El Sínodo de los obispos del 2018 sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” representó, en este sentido, un gran impulso en la Iglesia y en nuestras comunidades locales, pero pasamos página muy rápido al publicarse el documento del papa Francisco tras el Sínodo, “Christus vivit”, Vive Cristo. ¡Qué le vamos a hacer! Así de agitados son nuestros tiempos. Lo importante, creo yo, es que sigamos atentos a esta cuestión y no dejemos de formarnos, sobre todo los promotores vocacionales, los animadores vocacionales locales y los miembros de los equipos vocacionales locales, en la cultura vocacional.
Sobre los diversos elementos de la cultura / pastoral vocacional tienes publicados diversos artículos, sobre todo en medios electrónicos. Recientemente has dado un salto y has publicado un libro titulado “Latidos del corazón inquieto”. ¿Qué te movió a escribir y publicar este libro?
El libro “Latidos del corazón inquieto” representa para mí un ensayo acerca de la cultura vocacional. Me explico. El libro recoge muchas de las evidencias en las que considero yo que el ser humano, en este momento de la historia, se juega el sentido de la vida. Es a través de los gozos y las esperanzas, las alegrías y las tristezas de los hombres de nuestro tiempo, como el Evangelio de Jesucristo se abre paso en los corazones. Ahí es donde se pone en juego el sentido de la vida del hombre y de la mujer de nuestro tiempo, ahí es donde hay que sembrar la Buena Nueva que es ya, de por sí, una llamada que ensancha aún mucho más el horizonte de la vida humana.
Me movió a escribir el libro el hecho de pensar que aquello que definimos como las actitudes vocacionales fundamentales se corresponde con los latidos del corazón humano de todos los tiempos; es un asunto del afecto, del corazón, de relación. Puede parecer que la cultura de nuestro tiempo sea un tanto reacia al contenido del Evangelio, pero cuando la propuesta de Jesús pasa de ser solo ideas, preceptos, dogmas, liturgia o mera acción social, llega a una experiencia de encuentro, de relación, de amistad continuada, entonces todo se mira con nueva luz. El corazón de la fe cristiana es una relación personal con Jesús, el Señor, que le da un nuevo sentido a la vida, entusiasma el corazón al infinito y le aporta una orientación decisiva. De esto habla el libro. Y este es, precisamente, el núcleo de la cultura vocacional.
Los términos del título parecen tener resonancias agustinianas y llevan a pensar en la conocida frase de las Confesiones de san Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. ¿Qué mensaje has querido transmitir con el título?
“Latidos del corazón inquieto” es una expresión que concentra, en parte, la experiencia que tiene san Agustín de Dios. Como imagen, no hay nada más vivo que un corazón palpitante, no solo porque está vivo, sino que impulsa con fuerza la vida. El corazón es el centro de la persona, su santuario más sagrado y su hogar interior. Y la persona se abre a la relación desde lo que es en el corazón. El corazón, centro de la vida afectiva, está diseñado para abrirse al encuentro con los demás, con lo otro y con el totalmente Otro. ¿Por qué? Porque busca con ansia algo suficientemente digno, bueno y bello que sea objeto de su amor. “Amar y ser amado” expresa el propósito fundamental de la vida humana.
Ahora bien, aquello que más deseamos, que más anhelamos y que más nos mueve interiormente a salir de nosotros es de lo que menos disponemos. El ejercicio de la libertad, a través de distintas decisiones es lo que nos permite cumplir los deseos del corazón. Sin embargo, la mayoría de las veces damos por supuesto que la felicidad está ahí donde los demás nos dicen que está: la fama, la riqueza, el poder, el placer… Algo bueno puede alcanzarse deseando estas cosas, claro está…
Sin embargo, ¿el corazón se satisface con eso? Este es el gran drama de la vida humana: que no podemos disponer de la posesión de la felicidad. ¿Por qué? Porque, como todas las cosas de gran valor no las adquirimos, sino que las recibimos en la gratuidad. Esta es la experiencia de Agustín, y desde este supuesto tiene mucho más sentido aquella expresión suya: “Señor, tú nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Dios es aquella bondad, verdad y belleza que se nos regala inmerecidamente, capaz de saciar la sed infinita del corazón humano.
De forma breve, ¿cuál es la estructura y contenido del libro?
“Latidos del corazón inquieto” es un ensayo sobre la afectividad humana, de ahí que hable de las relaciones afectivas con los demás, lo otro y con el totalmente Otro. En el primer capítulo se desarrollan los presupuestos de la afectividad humana, sin los cuales difícilmente se entenderían las relaciones humanas y una relación viva con Dios. El segundo capítulo trascurre por los parajes de la reflexión cristiana acerca del Ser de Dios, en cuanto que es relación de Tres Personas y, por lo tanto, intensamente afectivo. Ahí nos acercamos, con pies descalzos, al corazón de Dios, así como nos lo manifestó Jesús de Nazaret.
En el tercer capítulo se ofrecen algunos elementos de la espiritualidad cristiana, que ayudan a entender e interpretar la experiencia de Dios en clave de relación afectiva; aquella que compromete el corazón. Y el cuarto capítulo contiene una propuesta pedagógica para la relación afectiva con Dios, que parte de la experiencia espiritual de san Agustín. De hecho, el santo del corazón inquieto es realmente un místico. Su vida puede resumirse como un fuerte anhelo de amar y ser amado, que solo se resuelve cuando su corazón accede a la Fuete perenne del amor, es decir, al corazón del Dios humilde, Jesús el Señor.
Por la titulación del libro y al ser su autor agustino recoleto, uno piensa que la espiritualidad agustiniana va a estar presente en la exposición de forma intensa. ¿Es esto un mal pensamiento o un pensamiento acertado?
Considero que una cosa es intentar dar respuesta a todos los enigmas del ser humano desde san Agustín, y otra muy distinta sumar, desde la experiencia de Dios del santo, a la diversidad de propuestas de sentido para el hombre de nuestro tiempo. Yo me alineo más bien en esta última opción. Desde luego que la mirada de san Agustín es un filtro vivísimo del Evangelio, de los Salmos y de las Escrituras en general. Por lo tanto, la espiritualidad agustiniana nos remite una y otra vez a la Palabra viva que atravesó su corazón y lo encendió en su amor. San Agustín está, pues, presente como música de fondo de todo el libro, pero es sobre todo su amplitud de miras lo que motiva su género literario.
¿Género literario? Puntualizo. “Latidos del corazón inquieto” representa un esfuerzo de diálogo multidisciplinar. En él se desarrollan cuestiones que tienen que ver más directamente con las ciencias positivas, como es el caso de la física cuántica, la neurociencia, la filosofía y la psicología. Pero también entran en escena la teología fundamental y algún que otro intento de exégesis bíblica. Aparece la espiritualidad como protagonista de los dos capítulos últimos del libro. Y aunque san Agustín aparece de vez en cuando en los capítulos dos y tres, es en el capítulo cuarto donde se torna a la melodía que suena con fuerza. Es pues, el abordaje cordial –desde el corazón– sobre el tema lo que intenta asemejarse al estilo del santo.
Todo escritor, cuando se pone a escribir un libro, piensa principalmente en un público al que se dirige. ¿Cuál es el público primero en esta tu obra?
El público en el que pensé mientras escribía es triple. Por una parte, los formandos de las casas de formación con los que, de hecho, había ya compartido parte de los contenidos que ahora he desarrollado sistemáticamente en el libro. Por otra, los miembros de los equipos vocacionales, sobre todo los laicos, que cada vez más acompañan procesos de búsqueda y discernimiento en la vida cristiana; y, por último, en los miembros de las comunidades de las Fraternidades Seglares Agustino-Recoletas, con las que recientemente inicié el camino de “peregrinos”.
¿Abrigas el proyecto de escribir y publicar algún otro libro?
Así es. Estoy trabajando ya en otro libro. El propósito fundamental de estos materiales es intentar hacer un planteamiento integral respecto al progreso en la vida cristiana, según san Agustín. Sé que mi pretensión es ambiciosa, pero los pasos que he ido dando me mantienen en mi convicción. Visualizo este material como una herramienta en manos de los formadores, sobre todo los laicos de las Fraternidades Seglares Agustino-Recoletas. Un instrumento más que ayude a volver continuamente sobre contenidos referidos a la vida cristiana desde la inspiración de san Agustín. El libro podría titularse algo así como: “Peregrinos conmigo”.
Como el mejor aplauso que puede recibir un escritor es que le lean sus publicaciones, desde esta web deseamos que los lectores de este libro sean muchos, miles, decenas de miles. Muchas gracias.
¿Y TÚ QUE OPINAS?