Lectura del santo evangelio según san Juan (14,15-21):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él».
Palabra del Señor
Comentario / Homilía
El tema principal que la liturgia de la Palabra presenta este VI domingo de Pascua es el Espíritu. Jesús se marcha a la casa del Padre pero promete a sus discípulos que no los dejará solos, le enviará el Espíritu Santo. El evangelista lo llama el Espíritu defensor y el Espíritu de la verdad. En definitiva, otra manera de recordarnos la permanente presencia de Dios en el mundo.
El apóstol san Pedro, en su primera carta, nos recuerda a los seguidores de Jesús que debemos estar siempre preparados para dar razón de nuestra esperanza. ¿Por qué acudimos a celebrar la Eucaristía?, ¿Por qué creemos que Jesús es el Dios amigo que está siempre con nosotros? Preguntas que debemos responder no sólo con palabras sino, sobre todo, con los actos de nuestra vida.
Queridos amigos, los seres humanos somos bastantes complejos. Cada persona es un mundo de anhelos y frustraciones, de ambiciones y miedos, de dudas e interrogantes. Con frecuencia no sabemos muy bien qué queremos. Desconocemos hacia dónde marcha nuestra vida. Entonces, ¿Quién nos puede enseñar a vivir acertadamente?
Para el cristiano Jesús es siempre su gran maestro de vida. Pero ya no lo tenemos a nuestro lado. Por eso tienen tanta importancia las palabras que Jesús pronuncia en el evangelio de hoy: Yo pediré al padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. Necesitamos que alguien nos recuerde la verdad de Jesús. Si la olvidamos, no sabremos quiénes somos ni qué estamos llamados a ser. Nos desviaremos del evangelio una y otra vez. Es necesario que el Espíritu Santo active en nosotros la memoria de Jesús, su presencia viva, su imaginación creadora. Por lo tanto, lo que el Espíritu del Cristo Resucitado hace es abrir nuestro corazón para dirigirlo al encuentro a Dios.
Al Espíritu se le llama en el cuarto evangelio el “defensor” porque nos defiende de todo lo que nos puede destruir. Hay muchas cosas en la vida de las que no sabemos defendernos por nosotros mismos. Necesitamos aliento, luz y fortaleza. Por eso, invocamos al Espíritu. Es la mejor manera de ponernos en contacto con Jesús y de protegernos de cuanto nos puede desviar de él.
JOSÉ ANTONIO